Dirigimos este mensaje a todos los fieles católicos, y a todo el pueblo de San Luis y de
I). Hoy, es urgente defender los derechos de los niños. Ellos, por su naturaleza humana, tienen como derecho primero y fundamental el derecho a nacer, el derecho a la vida. Si eso se les niega, pierden todos los demás derechos. Si un niño indefenso e inocente es asesinado antes de nacer, sufre la más terrible e injusta de las discriminaciones. Se le niega todo.
Cuando se rechaza esta verdad, evidente para la inteligencia que caracteriza a nuestra naturaleza humana, se construye una sociedad inhumana. Frente a la cultura de la vida, se elige la cultura de la muerte. Se elige la cultura de la promoción legal del aborto.
Se intenta justificar esa cultura mortífera, invocando el peligro de los abortos clandestinos. No hay cifras seguras pero se estima que podría llegar a morir una madre cada cuatro mil abortos clandestinos[1]. Pero la absurda “solución” es asesinar a esos cuatro mil niños, con cuidados médicos seguros, legales y gratuitos a sus madres, para que no sufran peligro.
Por supuesto, no se utilizará la chocante palabra “asesinar”. Se dirá que solo se trata de una “interrupción del embarazo”. Pero serán vidas definitivamente interrumpidas.
Otro subterfugio es presentar este tema -no como una cuestión de vida o muerte en que podrían llegar a alterarse básicos principios constitucionales- sino como un mero trámite burocrático en que por una interpretación “amplia” del Código Penal, se daría curso a una Guía Ministerial de máximo permisivismo abortista. Por ahora, la conciencia del principal responsable lo ha impedido.
No es posible creer que en sociedades modernas y desarrolladas no existan posibilidades legales para un trámite de justa y rápida adopción. Ni tampoco, que se carezca de posibilidades para brindar a esas madres el apoyo social, económico, psicológico, moral y espiritual que necesitan, para no ser cómplices de la muerte de sus hijos. Todo eso es posible. Pero es rechazado por el terrible desprecio discriminatorio hacia el niño por nacer.
II). Iniciando el camino de esa injusta discriminación contra el niño, una escasa mayoría de legisladores argentinos -mayoría obtenida a través de intensas presiones- ha aprobado una injusta ley sobre la cual nuestro pueblo no fue consultado en las plataformas electorales previas, ni tampoco después. Nos referimos a la ley por la cual las uniones del mismo sexo han pasado a considerarse idénticas a las uniones matrimoniales del varón y la mujer. Es una ley contraria a la realidad de la naturaleza humana, que sólo puede realizarse en una verdadera familia, a través de la diferencia y la complementariedad de la unión entre los dos sexos. Si no hubiera sido siempre así, habría dejado de existir la especie humana.
Se pretendió que de esa manera se superaba una discriminación, cuando solo se estaba negando la realidad. Sobre esa base falsa se perpetraron entonces injustas discriminaciones.
Así, se discriminó injustamente al niño, negándole su derecho natural a tener un papá y una mamá, sostén natural indispensable para que tanto los varones como las nenas puedan desarrollarse normalmente en su propia identidad sexual.
Las consecuencias negativas de la ley alcanzarán su mayor gravedad en todo el ciclo escolar, inicial, primario y secundario. Allí se ha planificado que todos los alumnos se inicien en la llamada “perspectiva de género”, de un modo que inevitablemente los inducirá a cuestionarse la identidad sexual de la cual en su inmensa mayoría se sienten naturalmente seguros. Dicha inmensa mayoría habrá sufrido y sufrirá, entonces, una injusta discriminación. No se respetarán sus derechos a ser sostenidos en esa natural identidad sexual.
Hoy, los activistas que promueven la cultura del aborto en
Se trata de un proyecto globalizado, cuyo núcleo central se vincula indudablemente a sectores de las Naciones Unidas. En nombre de la lucha contra la discriminación, despliegan la discriminación más activa e injusta contra quienes creen que Dios es “fuente de toda razón y justicia”, y viven sostenidos por esa fe.
San Luis, 25 de agosto de 2010
Solemnidad de San Luis Rey
+Mons. Jorge Luis Lona
Obispo Diócesis de San Luis
+Mons. Pedro Daniel Martínez
Obispo Coadjutor Diócesis de San Luis