sábado, 21 de agosto de 2010

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA

ORIGEN DE LA FIESTA

Esta costumbre tiene su origen la celebración litúrgica de la fiesta de la purificación y la presentación del Niño Dios al templo.

En tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado a luz.

Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ochos días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.

Ya que se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios.

Lo mismo pasaba con animales primogénitos. José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos palomas blancas.

Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles.

Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.

Explicación de la Fiesta:

El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta representación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen de alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia.

También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres.

De aquí viene nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se pueden prenden cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.

Es la fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia de María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino a nuestra salvación eterna.


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